Uno de los mecanismos que el diablo usa para lograr sus propósitos en este mundo, es la intimidación para con los seres humanos. Intimidar es provocar miedo en otros, para obtener lo deseado. La intimidación conduce también a la manipulación. Una persona que vive intimidada es alguien que siempre podrá ser manipulado (a).
El enemigo llega a conocer el lado flaco o débil de la(s) persona(s) para atacarlas, logrando intimidarlas de esa forma.
La intimidación también puede ser una puerta abierta al chantaje; fácilmente la persona intimidada puede ser, no sólo manipulada, sino también chantajeada. El chantaje tiene que ver con sacarle provecho, aún económico, a la persona a la cual se tiene intimidada.
Muchas veces las personas no tienen medios a su alcance para resolver las situaciones que se presentan, ante la incapacidad o inefectividad, ellos pudieran caer en la trampa de la intimidación.
Una persona intimidada, también puede ser extorsionada por el intimidador.
Ahora bien, si pensamos en el hecho de que el diablo es un ser espiritual creado, que es invisible, pero puede operar a través de los seres humanos; llegamos a entender que muchísimas personas hoy día, debido a las circunstancias y ambiente de hostilidad y opresión, viven intimidadas por una fuerza espiritual de maldad, es decir por el diablo mismo. Esta condición hace que la gente no quiera salir o tenga temor de todo; el temor a su vez provoca mayor opresión en los aires, y se convierte en un círculo vicioso.
Cuando usted camina por las calles, en esta época y debido a situaciones que está pasando nuestra nación, particularmente en el sector norte del país, usted percibe la opresión de las tinieblas, y a la gente intimidada.
Mi querido lector, yo quiero invitarle hoy a creer en su corazón que Jesús murió por usted, para darle libertad y el perfecto amor, para que no tenga temor de nada ni de nadie; para que ningún ser natural ni espiritual le pueda intimidar.
Si usted cree que esta es la solución para vivir confiado y en paz, para usted Hay Una Esperanza, le felicito, le bendigo y declaro que hoy usted es libre de temores y de intimidación.
