Cuando Dios creó al hombre dijo “No es bueno que el hombre esté solo” y Dios diseñó todo de manera que el ser humano sostuviera relación social con los de su misma especie o género. Originalmente Dios creó a los animales y los trajo al hombre para que se relacionaran entre sí, pero vio Dios que no era posible que hubiera comunión entre el hombre y los animales, por cuanto no podían tener comunicación. La comunicación es básica y fundamental para reforzar la comunión.
Creo que todos los seres humanos en la tierra necesitamos hacernos más sensibles a la necesidad inminente que tiene el hombre desde la misma creación, de tener comunicación y comunión con sus semejantes.
Hoy día, la tecnología, los avances en cuanto a la cibernética, telefonía celular, televisión y demás, han hecho que las personas substituyan el contacto y calor humano de una relación, por la fría comunicación vía Internet, el Chat, o los mensajitos por medio del celular.
Cada miembro de la familia parece haber hecho su propio “habitat” o un entorno formado por un grupo de personas con las cuales mantiene contacto a través de ondas magnéticas; pero esto ha impedido o bloqueado la comunión entre padres e hijos, entre esposos y demás.
Hoy día en los hogares, cada uno está encerrado en su cuarto, donde a veces tienen un T.V. personal, una computadora personal y su propio celular, lo cual los mantiene ocupados, abstraídos, pero incomunicados con los de su propia casa.
Necesitamos volver al principio y recuperar los valores primeros, cuando Dios dijo “No es bueno que el ser humano esté solo”; si Dios lo dijo, así es. No nos fijemos tanto en lo que los demás están haciendo, comencemos hoy cada uno de nosotros haciendo lo que está a nuestro alcance.
Te propongo que te dispongas para compartir por lo menos media hora al día con los miembros de tu familia, para conversar con ellos, sin tener el auricular del celular en tu oído, ni el I-Pod tampoco. Si tú estás de acuerdo conmigo, estoy segura que para ti Hay Una Esperanza; a Dios le agrada tu decisión, es parte de la restauración que Él mismo quiere provocar. Hoy pongo yo mi parte, tú pones la tuya y si todos actuamos de acuerdo al corazón de Dios, un día nuestro mundo habrá cambiado para bien.