TEMAS DE OPINIÓN

En Todo Hay Un Precio Que Pagar

Agosto 25, 2008


Meditaba hace unos días en como las cosas se han hecho cada día más prácticas, tratando de ahorrarnos tiempo en todo. Hace muchos años, cuando yo era una chiquilla, recuerdo que cuando mis amiguitos cumplían años y me invitaban a sus fiestecitas, mi mamá, quien era muy práctica, compraba una caja de galletas o un frasco de “duraznos en almíbar” o una lata de tuti fruti; a mi me daba un poco de pena llegar con aquel tipo de regalos, envueltos en papel celofán rojo. Obviamente, cuando el amiguito o la amiguita veía el regalo, no le causaba mucho agrado. Por supuesto había otros invitados que llevaban juguetes o algo que sí llamaba la atención del niño, ellos muy sorprendidos con cara de agrado, arrancaban el chongo, rompían rápidamente el papel de envoltura, hacían pedazos la caja y ¡A jugar! al instante. Pero en este tiempo moderno, no sólo nos ahorran el tiempo de ir a buscar de tienda en tienda, sino que no necesitamos pensar mucho acerca de lo que le gustaría al niño o a la niña. Todo es tan fácil, los niños van con sus padres, regularmente es la mamá quien se ocupa de esto; escoge con su hijo(a) lo que a él (ella) le gustaría recibir como regalo, hacen una lista de apartados, lo indican en la tarjeta y ¡listo! Lo malo de esto, es que ya los niños no pueden ser sorprendidos con los regalos; nos perdemos la buena foto de ¡wow! Cuando reciben algo que les gusta mucho y no esperaban. La enseñanza de esto es que todo tiene sus partes buenas y sus partes malas; en todo hay un precio que pagar o hay algo que sacrificar, para obtener un beneficio. Hay una sola acción sobre la tierra que tiene todos los beneficios y ventajas; nuestro Señor Jesucristo lo dio todo por nosotros, si lo recibimos, es el regalo más grande y hermoso, la salvación. Nos ha sido dado aunque no estemos de cumpleaños, sino que es un regalo que nos lleva a nacer de nuevo. Si tú estás de acuerdo conmigo y estás dispuesto(a) hoy a recibir tu regalo, solamente te pido que abras tu corazón y le digas a Jesús que lo necesitas, que lo recibes como el regalo de tu Padre Dios para ti.

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