Mis queridos lectores, que bueno es comunicarme un lunes mas con ustedes, para compartirles una de las muchas experiencias que tengo sirviendo al Dios verdadero, al eterno y todopoderoso.
El fin de semana pasado me encontraba en una ciudad del norte de Honduras, predicando y compartiendo con un grupo de personas que estaban por vez primera usando el local que acababan de rentar para esa finalidad.
Era domingo por la mañana, hice un llamado al final, después de predicar acerca de la restauración de las relaciones entre padres e hijos. Entre las familias que pasaron, estaba una madre que usaba un andador para movilizarse, pues además de haber quedado parapléjica a causa de un derrame cerebral, recién había sufrido una caída y se le había desplazado la rótula y el fluido sinovial, lo cual le provocaba un severo dolor. Con ella pasó su hijo, un joven de unos veintidós años, tal vez, con todas las marcas de estar en drogas y maras, pero con un corazón muy lindo. Cuando me acerqué al muchacho, yo percibí que estaba bajo un pacto satánico, pero me impresionó ver como abrazaba a su madre, con una mezcla de amor y culpabilidad. Yo percibí que la situación de salud de su madre tenía que ver con la condición de su hijo.
Dios en su amor tan grande, sanó la rodilla de la madre; quien sonriente decía ¡Ya no hay dolor!. Dios es tan poderoso para sanar una rodilla, como para sanar el corazón de las heridas y sufrimientos del pasado. Ese es el mismo Dios que en Su amor provoca reconciliación profunda entre las generaciones.
Si usted lo cree, para usted Si Hay Una Esperanza. Entonces le suplico que ore, pida a Dios y clame por la liberación de tantos muchachos atrapados por las drogas, que no saben como salir de ello. Quizás usted no lo sienta tan fuerte porque no se trata de su hijo, pero hay miles de madres y padres, sufriendo profundamente por la condición de sus muchachos. Sólo nuestro Dios puede darles total libertad de la adicción y de las consecuencias, así como de sus emociones y acciones de amor para con los suyos. Tu oración de fe puede mover la mano de Dios para alcanzar a alguien que tú conoces que se encuentra en esa situación. Comienza a hacerlo hoy.