Mis queridos lectores, es una alegría encontrarme con ustedes otra vez, a través de estas líneas, es muy emocionante, como si tuviéramos una cita semanal, ustedes y yo.
Quiero comentarles acerca de un buen amigo, él vive en otro país, no en Honduras; es un buen profesional, muy preparado, proviene de una familia muy educada y por ende él también lo es. Es además un cristiano verdadero.
Este hombre de Dios, hace unas semanas descubrió que su hijo, un joven estudiante de bachillerato, tiene preferencia por los hombres y que de hecho ha tenido ya varias relaciones con diferentes varones.
La situación ha sido muy difícil para este amigo, obviamente, la primera pregunta que uno se hace es ¿en qué fallé para que esto ocurriera?.
Quiero comentarles, este amigo se divorció de la madre de su hijo, hace unos cuantos años, en ese lapso, el niño se quedó a vivir con su papá y todo parecía ir muy bien; ellos compartían tiempo y actividades, hacían todo juntos, ya que este hombre vivía dedicado a su hijo y su profesión.
Un tiempo después, cuando el muchacho era un adolescente, mi amigo se casó de nuevo; su actual esposa tiene sus propios hijos; y aunque ambos aman a Dios y le sirven; el panorama cambió.
Ahora el jovencito pasó a vivir con su madre, a quien apenas ve porque está casi siempre de viaje; ya no es papá quien lo lleva a su colegio, sino un chofer; la comida se la prepara una señora que lo cuida y demás.
De verdad mis queridos lectores que es muy duro estar en los zapatos de este hombre. Quizás alguien que está en una situación similar está leyendo esta columna, quiero decirte como le dije a mi amigo, si permaneces firme en el Señor, para ti Hay Una Esperanza. Todavía estás a tiempo de enmendar errores y de retomar la autoridad espiritual para pelear la buena batalla de la fe por este joven, que merece vivir como Dios lo creó y lo formó, un varón definido.