Julio 12, 2016
Cierta vez, un hombre que necesitaba encontrar un trabajo, buscaba con ansiedad entre los anuncios clasificados del periódico; de manera que entre las páginas de éste, encontró una noticia de alerta para los habitantes de la ciudad respecto a que se había escapado del zoológico principal, el gorila que era una de las más llamativas atracciones del mismo.
Nuestro personaje, muy decidido, tomó el periódico y se dirigió a ir a hablar con el gerente del zoológico. A su encuentro, el hombre de nuestro relato le dijo: Usted necesita un gorila y yo necesito un trabajo ¿Qué le parece si uso un disfraz de gorila y trabajo para usted? le aseguro que nadie lo notará; es más, hagamos una prueba de una semana, si funciona, me contrata, si no, le aseguro que me daré por despedido.
El gerente accedió a darle la oportunidad a nuestro necesitado amigo. La primera semana fue un éxito rotundo; la gente se agolpaba alrededor de la jaula de "tan inteligente gorila". Durante la segunda semana, nuestro amigo tenía que ingeniar nuevas maniobras de atracción, así es que decidió agarrarse de un lazo grueso que colgaba y le permitía columpiarse hacia la jaula de su vecino el león; esta escena se repetía, hasta que una mañana, el lazo se rompió por el peso del supuesto gorila; dejándole caer exactamente dentro de la jaula del rugiente y fiero león.
El gorila atemorizado quiso dispararse, saltarse el cerco, en fin... pero de dentro de la garganta del hambriento león salió una suave voz femenina que le dijo: "No te preocupes, cálmate, no pasa nada; sigamos fingiendo, o de lo contrario los dos perderemos nuestro trabajo".
Cuantos leones y gorilas caminan por las calles, rugen y dan vueltas dentro de su casa, infundiendo miedo y pavor... pero son sólo hombres y mujeres de carne y hueso, llenos de debilidades, que por la necesidad se han apropiado de un disfraz que infunda respeto y hasta miedo.
Hemos llegado al tiempo de presentarnos tal y como somos, con nuestras debilidades, sencillez, simpleza; confiando que allí es donde Dios se perfecciona en nosotros. eamos transparentes, permitámosle a nuestro Cristo que trabaje en nuestra verdadera persona, no con máscaras, no con pretensiones, no con falsa personalidad; delante de Él estamos desnudos, pero Él nos pide que hoy nos quitemos el disfraz, el maquillaje; en fe, creyendo que no vamos a perecer, antes bien, Él nos dará de Su vida, Su sustento.
Si es usted uno de esos leones o gorilas que necesita rasgar sus vestiduras y presentarse desnudo delante de su Señor, ¡Hay Una Esperanza! Hoy es buen día para comenzar, Dígaselo a Él hoy, nuestro Dios está dispuesto a recibirnos tal como somos.